Eran las fiestas del Pilar y en un aeródromo cerca de Zaragoza, en Villanueva de Gállego, estaban haciendo bautismos aéreos.
No sé si fue mi padre el que se enteró o fui yo, pero allá que fuimos, eso sí, sin decirle nada a mi madre…
Octubre en Zaragoza implicaba que ya hacía fresco y la mañana no era especialmente clara, pero a mi me daba igual, iba a volar por primera vez.
Recuerdo cuando me acerqué al Trike y el instructor se presentó como “Tio Joaquin”.
Dude por un segundo si realmente era mi tío, que se llamaba igual. Después de confirmar que no era él, nos fuimos a volar.
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Despegamos sin apenas darme cuenta y vi que poco a poco me iba alejando del suelo.
El trike no estaba carenado, por lo que todo el viento me iba dando en la cara.
El casco que llevaba puesto no tenía visera y encima se me habían olvidado las gafas de sol…
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⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ¡Pero estaba volando!
Una vuelta cortita alrededor del aeródromo fue suficiente.
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Llegó la hora de aterrizar y al descender sentí ese cosquilleo que tantas veces sentiría más adelante. El tio Joaquin posó suavemente el trike en el suelo sin apenas notarlo.
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Sin terminar de creérmelo me baje. Con una sonrisa tímida fui hacia mi padre. Él me estaba esperando nervioso por ver mi reacción.
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Acababa de volar por primera vez y un mar de emociones me invadió. Alegría por dar mi “primer paso” aeronáutico y algo de tristeza porque se hubiera terminado ya.
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Como se entere mi madre…
Así comenzaba mi andadura en el mundo de la aviación. Y desde entonces no he dejado de volar. Acompáñame y descubre como disfrutar de la aviación como yo lo hago.
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